Durante estos días han ocurrido
cosas que con diferente naturaleza y grado de interés
merecen ser atendidas. Algunas son triviales, otras sin embargo son de una
abrumadora trascendencia. A la primera categoría pertenece, por ejemplo, que
varios amigos me hayan abordado para
pedir que reconsidere el no permitir comentarios anónimos en el blog. Con diferentes
argumentos, pero todos con idéntico interés en poder ejercer el derecho a la crítica sin correr el peligro de pasar a formar parte de la temida lista
negra que marca la política de empleo del ayuntamiento de Tharsis. Aunque no me guste que
haya que recurrir al anonimato para expresar libremente las opiniones reconozco la
realidad, y entiendo que decir lo que se piensa, si no es para aplaudir y
adular, entraña riesgos. Por
eso, y para no extenderme más con este asunto diré que vale; que, aunque habrá que mantener algún filtro para evitar que aparezcan los insultos que son el principal argumento de algunos doy marcha atrás.Así pues, se podrá seguir opinando de forma
anónima en este humilde blog como solución para dar voz a quienes viven
silenciados por la mordaza que imponen las circunstancias. Dejémoslo ahí. Comparado con la que nos está
cayendo, permitir o no el anonimato en un blog es un asunto menor- por no decir ridículo- en el que no
quiero ahondar y al que no quisiera tener que dedicar ni una sola línea
más en el futuro.
Otra cosa que sí es realmente trascendente, y que merece la atención de todos, es el mazazo que ha supuesto la constatación en números de la tragedia que
padecemos en España. El sangrante dato revelado por la EPA (Encuesta de Población Activa) es que
6.202.700 personas, es decir, el 27´16 % de la población activa de éste país
nos encontramos desempleados. Cifra que hay que elevar al 40´67% al hablar de Huelva o al 36´87 % si queremos centrarnos en Andalucía. Si a ésta bomba de relojería se le añade los niveles de corrupción generalizada que afecta a todas las instituciones del estado, la desesperación de casi 2 millones de hogares sin ingresos, los casi otros tantos desahuciados de sus viviendas, el aumento de la pobreza y de la exclusión social y a todo eso se le suman las cifras de fracaso escolar, del consumo de drogas y alcohol, del paro juvenil, del aumento de las conductas violentas o de aumento del racismo y la xenofobia, el coctel es letal para cualquier sociedad. Es como si España se hubiese ido definitivamente al garete y sobrevuele sobre nuestras cabezas la amenaza
de una de esas grandes catástrofes que por
su magnitud recorre las portadas de todos los noticiarios del mundo . Algo
parecido a lo que ocurriría si padeciésemos un tsunami que arrasara a las Islas
Canarias, un terremoto de intensidad no conocida que devastara el sur de
España, un enorme accidente nuclear que hiciese pequeño al de Fujiyama, o la
invasión de un ejército empeñado en someternos al precio que sea como
pieza fundamental para la construcción de un nuevo Orden Mundial, pongamos por
caso. La cuestión es que mientras que en alguna de estas tragedias nuestras posibles
estrategias de salvación serían huir, someterse o defenderse, ante lo que
lo que estamos viendo que se prepara en España, pese a no ser una catástrofe natural sino que atiende a decisiones tomadas por personas, solo parece caber la opción de correr
desesperadamente lejos de la zona de devastación. Ya no se trata de determinar si la culpa es de unos u otros, ni si la ciudadanía se
toma las cosas de esta manera o de aquella. Llegados a este punto, lo que sí parece claro es que el tiempo se agota
y hay que tomar decisiones. Por coherencia y por si acaso algún visitante de blog puede estar interesado informo que mi casa, de 150 metros cuadros habitables sobre una
parcela de 280 en el bonito pueblo de Tharsis; con garaje, terraza transitable, solarium y espacio para piscina; a 30 minutos de las playas, la Sierra, Huelva y Portugal la
tengo en venta. Sólo por 100.000 euros que no me importa que sean
blancos, negros, rojos o verdes la puede comprar quienquiera ya sea para vivir, pasar las vacaciones, como piso patera, montar un negocio lícito o ilícito, dedicarlo a edificio municipal para cubrir las necesidades de los jóvenes o para lo que le venga en gana, que ese problema no es el mío.
Lo que sí quisiera es tener cuanto antes el pasaporte que nos aleje de la república bananera en la que hemos convertido a este país gracias a estar 35 años mirando para otro lado.
Lo que sí quisiera es tener cuanto antes el pasaporte que nos aleje de la república bananera en la que hemos convertido a este país gracias a estar 35 años mirando para otro lado.
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