Buscar este blog

sábado, 13 de octubre de 2012

LICENCIA PARA ESCLAVIZAR EN EL CAMPO DE HUELVA

El pasado uno de octubre comenzó a aplicarse el acuerdo agrícola entre la Unión Europea y el reino de Marruecos. Aunque algunos de los productos estrellas del campo onubense- la fresa y la clementina- han sido calificados como sensibles y siguen gozando de una relativa protección, la realidad es que la falta de control de entrada de los productos agrícolas marroquíes supone que en la práctica, la libertad de entrada de la producción de nuestros vecinos del sur será poco menos que total.

Si en el pasado las instituciones europeas y españolas no se mostraron exigentes en el cumplimiento de los acuerdos alcanzados sobre los volúmenes de entradas, ni sobre los precios, ni sobre garantías sanitarias, permitiendo así que la competencia desleal de un país con salarios de 0,5 euros la hora, además del dominio de las grandes distribuidoras con sus precios de compra abusivos terminaran hundiendo a muchas pequeñas explotaciones y a muchos jornaleros, ahora, con el nuevo acuerdo, no hay motivos para pensar que esta vez las instituciones velen por los intereses de quienes están de una u otra manera ligados al sector agrícola onubense.

Al débil gobierno Socialista que en 2009 permitió el cierre de las negociaciones en los términos que se hizo le ha seguido otro gobierno, esta vez Popular, que se ha mostrado igualmente débil ante la comunidad europea. Sin prácticamente mostrar batalla han permitido que se infrinja un grave perjuicio al sector agrícola andaluz y consecuentemente a la vida de tantas personas que tienen que ganarse el sustento trabajando en el campo.

Incomprensiblemente, la entrada en vigor de este acuerdo, que debería de haber sido un motivo de alarma para el conjunto de una provincia que se ha convertido en la principal productora de fresas y de cítricos de Europa, y que ha hecho de la agricultura un sector estratégico que soporta el mayor peso de la economía provincial además de la casi exclusiva fuente de generación de empleo, ha pasado prácticamente desapercibida en nuestra provincia.

En vez de haber coordinado actuaciones entre todos los afectados para impedir la entrada en vigor de dichos acuerdos, se ha optado por la callada por respuesta que imponía la clase política. Haciendo primar los intereses de una parte de la comunidad europea-la del norte- y los intereses nacionales que imponen el mercadeo industrial y militar a la justicia social, y que anteponen que la balanza comercial con Marruecos sea positiva para España a la vida de los jornaleros y de los pequeños empresarios agrícolas, se ha echado a los leones la vida de muchos miles de onubenses y andaluces.

La solución de ofrecer al empresariado perjudicado por las nefastas políticas agrarias de la comunidad europea mirar para otro lado en el sacrificio de las condiciones laborales y salariales de los trabajadores de campaña para equilibrar así su cuenta de resultados ya se venía dando desde hace años. Esa incalificable poca vergüenza solo ha podido llevarse a cabo gracias al miserable silencio y la complicidad de las organizaciones sindicales que, o bien por los ingresos anónimos en la cuenta bancaria particular de los líderes provinciales, o a seguir regando con ríos de subvenciones a los grandes sindicatos a nivel regional o nacional, han permitido que la explotación que hoy existe en el campo de Huelva sea una realidad muy difícil de imaginar para aquellos que no trabajen en el sector.

Si desde siempre ya eran precarias y penosas las condiciones laborales y salariales de los trabajadores agrícolas de la provincia de Huelva, y se podía hablar con propiedad de explotación consentida por sindicatos e instituciones, después de la entrada en vigor de los acuerdos con Marruecos la realidad y el día a día de quienes hoy trabajan en la recolección de cítricos, así como de quienes lo harán en la próxima campaña de recolección de fresas, se ha desbordado y es y será muy similar a lo que conocemos como esclavitud. Y eso, que puede parecer exagerado a quienes lo miran desde la distancia lo certifica quien firma, que había trabajado antes y que trabaja ahora, después de la entrada en vigor de los acuerdos, recogiendo naranjas a destajo en el campo de Huelva.

Estamos bien jodidos. Pillados entre el fundamentalismo de una globalización neoliberal que nos han impuesto como única versión posible; entre una Europa de ricos y de pobres en donde los ricos gobiernan a los pobres al dictado de sus intereses particulares; y entre una casta política de títeres que gobierna sabe dios para quien, pero que no lo hace no para el pueblo.
En esta España débil y servil a una Europa que se despeña en la austeridad en donde no cuentan las personas ni sus derechos, lo único que tenemos garantizado, hoy por hoy, son el desasosiego y las carencias.
Si como veo la solución que tienen nuestros políticos para mantener "vivo" el sector agrícola en la provincia de Huelva es dar licencia para esclavizar impunemente a los trabajadores del campo, en el mañana-si existe- es mejor no pensar.
A aquellos esclavos de los campos de algodón los sometieron por la fuerza; a los nuevos esclavos que están apareciendo en los campos de naranjas y fresas, pretenden someternos por la necesidad.
Cada día se ve más  claro que estos canallas que gobiernan el mundo nos han criado para comernos.

 

 


 

No hay comentarios:

Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.