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viernes, 7 de diciembre de 2012

ISABEL


Siempre me deleité con la dulzura del nocturno
Que a chorros danzaba vagabundo
En la lívida tristeza del esplendor de sus ojos sin nombre.
La esperaba sin prisas en el atardecer
De un huerto sin testigos,
En la gloria de un pozo sin brocal
En donde el agua nos miraba indolente
Y se abrazaba con orden a lo más cercano de los bordes.
Su belleza cansada, desde lo más lejano,
Se mostraba a menudo como una acuarela de colores austeros
Sin más certidumbres que el viento que agitaba su vestido,
O la paz que se elevaba como una nube clavada en sus pupilas.
Vivimos el amor como un latido
Tendidos sobre el frescor de hierbas complacientes
Que a golpes de silencio proclamaban el adiós de una infancia
 
Que se alejaba alegre
Sacudida sin duda por la suprema gloria de la carne.
 
Cambiamos.
Fueron tiempos dichosos donde nuestras miradas
Cambiaron sin saberlo,
 
Donde nos consagramos al fervor de nuestra eternidad
Exaltada de pasiones
Lejos de toda promesa de sobrevivir al tiempo y a la tierra.
Luego del amor vino el adiós prematuro
Y el tránsito al olvido,
La tormenta que en medio de la vida
Nos arroja al cieno que se afana
En saquear de recuerdos amables
Los primeros dolores metidos en el alma.

 
De Bajo la Piel y el Tiempo.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.