Lo primero que dijo la Delegada
de Turismo, Doña Rosario Ballester, fue que ese asunto del ferrocarril de
Tharsis no era de su competencia. Cuando terminó la reunión había demostrado no
sólo que ese asunto no era de su competencia, sino además, que era una perfecta
incompetente en cualquier asunto. Nada sabía.
No conocía ninguno de los
antiguos proyectos que nunca se realizaron, ni la realidad que se ocultaba tras
los salones de usos múltiples, de las plazoletas, del cemento de las calles, o
tras los discursos oficialistas que, como siempre, auguraban esa inminente
prosperidad que nunca termina de llegar. Sólo decía algo que sabíamos que era
mentira: que estaban trabajando en un plan de turismo para el Andévalo.
Cuando le dijimos que estaba
ya de sobras recogido y reconocido en diferentes planes y estudios que para
aprovechar el potencial turístico de la comarca era necesaria la puesta en
valor del patrimonio minero, y por tanto conservar la maquinaria y la infraestructura
ferroviaria y no venderla como chatarra como estaban haciendo, tuvo la
ocurrencia de llamarnos, con cierto desprecio, románticos.
En ese momento me sentí como un auténtico gilipollas
por haber dado durante tanto tiempo mi confianza y el voto a ese tipo de gente
sin alma y sin vergüenza, pero también me ayudó a comprender que teníamos que
seguir demandando el inmediato cese del desmantelamiento del ferrocarril y su
aprovechamiento con fines turísticos precisamente por esa razón, porque era una
lucha romántica; porque es necesario poner freno al alienante racionalismo que
estamos padeciendo por esta casta política que tan sólo persigue la mecanización mental de las personas
asfixiando la originalidad, la individualidad y la diversidad que acompaña a la
imaginación. Rosa Ballester, y como ella los demás pragmáticos y racionalistas de la
rosa, se han olvidado definitivamente de sus raíces y su esencia y han
convertido su política en el instrumento necesario para someter al pueblo y privarlo de oportunidades del desarrollo
intelectual y material que le haga independiente y crítico. Desde la ignorancia y la credulidad es fácil,
seguramente, construir un sistema que les permita mantenerse perpetuamente en el poder.
Pero que tengan cuidado, el Romanticismo
es contagioso. Vale que desde muchos frentes estan consiguiendo que cada vez haya menos personas y
más animales por las calles, pero que no se olviden de que en las
universidades, en los institutos, en las oficinas o los talleres todavía
quedan muchos románticos a los que no será difícil poner en marcha cuando vean amenazado
su patrimonio, su cultura,su historia o su futuro.
¡Ay Rosa, estas enferma/ el
gusano invisible/ que vuela en la noche,/ entre el aullar de la tormenta,/ ha
encontrado tu lecho/ de carmín alegre:/ y su amor oscuro y secreto/ en verdad
destruye tu vida. “La Rosa enferma”, de William Blake, Romántico también.
Publicado en prensa en Junio de 2006.
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