Es hora de volver al desconsuelo,
de compartir el tedio con la urgencia
de esos hombres tristes
que dan gracias por no reinventarse cada día.
Es la hora de citarme con lo incierto
que se suspende en las calles que gritan desvalidas
el nombre desnudo de las cosas
esperando quizás que resucite la tierra asesinada
o que renuncie al llanto la materia que forma su pasado.
Ya se acerca lo no olvidado con un rostro distinto,
pero su opacidad permanece intacta y se entreteje a mí
como un adorno o un designio fatal que multiplica
el inasible olor a mineral que me interroga.
Ahora no soy aquel muchacho semejante a un abismo
que custodiaba la candidez
en la paz inútil que envejece la vida.
Y no puedo evitar un temor que a ráfagas
me hace cazar recuerdos que me acercan
al estupor que avanza y se santigua
en esta hora de volver al desconsuelo.
De "Bajo la Piel y el Tiempo".
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