No es fácil la vida aquí,
en Tharsis.
No tiene nada complicado,
ir de un lado a otro y poco más.
Sin embargo no es fácil vivir
donde la vida y la muerte se cuentan confidencias
y juntas cubren la tierra de un implacable aroma de tristezas.
Si miras,
los hombre se alojaron hace tiempo
en el olvido
de una tierra tórrida y dura
donde el infortunio les colocó un fardo de amarguras
que fue venciendo el sueño de vivir que alguna vez tuvieron.
Sobre la tierra desolada que pisamos
pasa de mano en mano
y crece
un desconsuelo que consume la vida
y causa la desdicha
y causa la desdicha
de quienes sólo esperan que pasen brevemente los días
sin otro objetivo que vivir en tranquila indolencia.
Aquí
la vida nos ha premiado con una vista hermosa,
pero el porvenir parece ciego
y gime al llegar la noche.
Bajo la tierra,
el alma de la mina descansa en paz
desangrada en colores extravagantes
que a los que estamos sobre la tierra
nos recuerda que alguna vez vivimos de la tierra.
Tarde o temprano
comprenderemos que somos un simple olvido
bajo un cielo que escucha nuestras penas
sin atreverse a mostrarse indulgente
resucitando la mina
o nuestras almas.
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