He recorrido mundos,
universos perdidos,
Parajes olvidados declarados malditos
Donde mi alma viajera encontró la
seducción del pecado
Y del vicio que lo amamanta y nutre.
Conocí complaciente el sabor amargo de las sombras
Hasta saciarme de todo lo maldito
Que había en sus cocinas.
Y con la terquedad de los ignorantes
Busqué los tragaluces del mal
Vagando como un mendigo huraño entre
la muerte
Directo hacia el cadalso que todo lo
domina.
Fueron tiempos sin gloria.
Por divertirme me embriagué de todo
lo terrible
Que bajaba en cascada
Por el hollín que cada chimenea de mi
alma acumulaba.
A menudo me contemplé con asco
Como un monstruo infame de aspecto
agradable
Que fabricaba con prisas su mortaja,
Que hurgaba en la basura buscando los
sudarios
De los que antes que yo bajaron al
infierno.
Pero llegaste tú,
Plena de voluntad y sin pecados,
Perfumada de incienso
Y de colores que brotaban serenos.
Desde la desnudez del jardín de tus
ojos
Arrojaste la maldición que usurpaba
mi triste verdad,
Y me mostraste que es el amor lo único capaz
de iluminar el camino de sombras
de iluminar el camino de sombras
De un alma atormentada.
De Bajo la Piel y el Tiempo.
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