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lunes, 20 de mayo de 2013

AGUAVIEJA, DE RAMÓN LLANES: PUEBLO NUEVO

Acudir a Pueblo Nuevo, en ese paseo ritual de los románticos de los domingos, nos parecía subir a medio cielo. Allí moraban los ingleses en sus casas alineadas, apretadas de tristeza o quizá de un misterio que nunca fuimos capaces de descubrir. Acostumbrados a la desarmonía de nuestros cuarteles, aquello nos descifraba un contorno más homogéneo, más sobrio y estructural. Era enorme nuestra osadía al adentrarnos por la única avenida a pesar de las multiples prohibiciones de paso que nos indicaban los guardas. Nuestra edad no admitía recortes de una libertad tan sana y romántica como para intentar la valentía de subir a Pueblo Nuevo, merodear por las sombras acogedoras de los aromos, penetrar en la visión de la corta del oro y satisfacernos nuestros instintos de rebuscadores juveniles de otras sensaciones distintas de las de abajo. En los senderos de chalets, divisa, oficinas y ermita vieja se nos iva la noción de un tiempo incontrolado intencionadamente. En ese desafío a lo prohibido y en conseguir recorrer todo el paraje sin revocación alguna se conformaba todo nuestro premio, una ilusión ganada, algo así como llegar a la meta y ganar saberes. Al día siguiente entendíamos más de los ingleses aunque jamás lográbamos descubrimientos alentadores debido a los íntimo de la vigencia de tal colonia.
Ahora, en el susurro de la nostalgia, se crece de súbito el respeto por aquella paz medio desconocida y se crece también el amor por la lánguida placidez de aquel paisaje nuestro que disfrutaban los ingleses.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.