Pensaba
y entró la noche lentamente
por la puerta entreabierta
Y se sentó a mi lado
Se acurrucó conmigo como un recién nacido
y lloró
Lloró con la tristeza de quien se sabe eterna
indestructible
condenada al transitorio renacer continuo que la clava a la vida
y a su cruz fragmentaria
Sus lágrimas
gotas de luna transparentes
agregaban los dones del silencio al imposible olvido
que proclama se belleza sombría
Serenamente se buscó en sus bolsillos
su virginal pañuelo humedecido
y después de secar la fúnebre tristeza de su rostro sin brillo
me besó largamente
con la pureza de los sueños más tristes y malditos
los que te hacen ser el confidente oscuro de una noche preñada que busca compañía.
De"Bajo la piel y el tiempo".
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