
Otra cosa que sí es realmente trascendente, y que merece la atención de todos, es el mazazo que ha supuesto la constatación en números de la tragedia que
padecemos en España. El sangrante dato revelado por la EPA (Encuesta de Población Activa) es que
6.202.700 personas, es decir, el 27´16 % de la población activa de éste país
nos encontramos desempleados. Cifra que hay que elevar al 40´67% al hablar de Huelva o al 36´87 % si queremos centrarnos en Andalucía. Si a ésta bomba de relojería se le añade los niveles de corrupción generalizada que afecta a todas las instituciones del estado, la desesperación de casi 2 millones de hogares sin ingresos, los casi otros tantos desahuciados de sus viviendas, el aumento de la pobreza y de la exclusión social y a todo eso se le suman las cifras de fracaso escolar, del consumo de drogas y alcohol, del paro juvenil, del aumento de las conductas violentas o de aumento del racismo y la xenofobia, el coctel es letal para cualquier sociedad. Es como si España se hubiese ido definitivamente al garete y sobrevuele sobre nuestras cabezas la amenaza
de una de esas grandes catástrofes que por
su magnitud recorre las portadas de todos los noticiarios del mundo . Algo
parecido a lo que ocurriría si padeciésemos un tsunami que arrasara a las Islas
Canarias, un terremoto de intensidad no conocida que devastara el sur de
España, un enorme accidente nuclear que hiciese pequeño al de Fujiyama, o la
invasión de un ejército empeñado en someternos al precio que sea como
pieza fundamental para la construcción de un nuevo Orden Mundial, pongamos por
caso. La cuestión es que mientras que en alguna de estas tragedias nuestras posibles
estrategias de salvación serían huir, someterse o defenderse, ante lo que
lo que estamos viendo que se prepara en España, pese a no ser una catástrofe natural sino que atiende a decisiones tomadas por personas, solo parece caber la opción de correr
desesperadamente lejos de la zona de devastación. Ya no se trata de determinar si la culpa es de unos u otros, ni si la ciudadanía se
toma las cosas de esta manera o de aquella. Llegados a este punto, lo que sí parece claro es que el tiempo se agota
y hay que tomar decisiones. Por coherencia y por si acaso algún visitante de blog puede estar interesado informo que mi casa, de 150 metros cuadros habitables sobre una
parcela de 280 en el bonito pueblo de Tharsis; con garaje, terraza transitable, solarium y espacio para piscina; a 30 minutos de las playas, la Sierra, Huelva y Portugal la
tengo en venta. Sólo por 100.000 euros que no me importa que sean
blancos, negros, rojos o verdes la puede comprar quienquiera ya sea para vivir, pasar las vacaciones, como piso patera, montar un negocio lícito o ilícito, dedicarlo a edificio municipal para cubrir las necesidades de los jóvenes o para lo que le venga en gana, que ese problema no es el mío.
Lo que sí quisiera es tener cuanto antes el pasaporte que nos aleje de la república bananera en la que hemos convertido a este país gracias a estar 35 años mirando para otro lado.
Lo que sí quisiera es tener cuanto antes el pasaporte que nos aleje de la república bananera en la que hemos convertido a este país gracias a estar 35 años mirando para otro lado.