El destino de Tharsis depende, hoy más que
nunca, de introducir a nuestra pequeña comunidad en la senda de una tradición
moral, para nosotros desconocida, que, donde aún se mantiene, permite avanzar
gracias a vincular el desarrollo y el progreso
con el aprecio tanto de los bienes patrimoniales y la memoria, como con
el reconocimiento de las capacidades individuales de las personas con las que
compartimos la existencia.
Quienes dicen amar a su tierra no pueden despreciar, ignorar,
menospreciar, aislar o destruir sus bienes ni a quienes todavía son una
garantía de valores éticos o intelectuales: deben cuidarlos, mantenerlos y
reconocerlos. Sólo por ese camino podremos vernos libres de la condena de una sociedad
decadente primero, y al arrasamiento de cualquier
posible futuro, después.
Ramón Llanes es un buen ejemplo- que no el único- de lo que
digo. Es Tharsileño, y como tal viene ejerciendo desde que me conozco. Tanto
por su obra en prosa y poesía, como por su continua apuesta por crear valores
culturales en la sociedad tharsileña, merece mucho más que el reconocimiento personal
de quien administra éste blog.
Con mi agradecimiento por sus palabras y por todo lo que ha
intentado, con mi reconocimiento y admiración por todo lo realizado; con mis felicitaciones
para él y para toda su familia por la reciente boda de su hija María, me voy a permitir reproducir algunas páginas
de su Crónica Amable de la Memoria de Tharsis. La tituló AGUAVIEJA y,
no tengo dudas, debería ser de obligada lectura para cualquiera que se
proclame tharsileño.
AMOR AL “TERRUÑO”
Andamos profugando en las mejoras de una efímera existencia,
perdidos por senderos lejanos o imbuidos en el atronador susurro de cualquier
ciudad y entonces el alma se escapa, vuelve los orígenes, a amar las delicias
de la niñez. Es posible que se estableciera allí de manera infinita y nada sea
capaz de arrancarla. Es quizá, la fuerza del cobre o tal vez que seamos imanes
eternamente atraídos por el gran imán del hierro de la pirita. Es, lo que sea,
pero anida un golpe de atraimiento especial que impide cualquier lejanía,
cualquier despego. Será el amor al “terruño”, la querencia a lo propio, a
lo más nuestro, a lo íntimo, a las emociones de antaño que siguen pululando
las paredes del alma sin dejar hueco para alteraciones en menoscabo de su
primigenio sentido de la fidelidad.
Será que no estamos hechos de material propenso a la
distancia. Y por eso en el devenir de esa búscada existencia soñamos con la
entrega completa, en cuerpo y alma, a la madre “tierra jonda”, a los filones
oscuros, a los cabezos auríferos, a las jaras resinosas, a las cortas y a los
cabezos.
Soñamos cada día con el epílogo de las edades para
resolvernos miembros de aquella misteriosa vanidad, para cumplir el compromiso
de todas las fidelidades a las que la ausencia nos obligó desairar. Para
regalarnos la complacencia del convivir otra vez siendo parte del gosán, la
máquina, el oro, o simplemente una regola vieja que lleva de un lugar a otro la
parte fuga de su propia emoción.
Ramón Llanes
1 comentario:
Señor Llanes, al que conozco de vista y oidas por su amistad con varios de los mejores de mis vecinos de Alosno, no tengo más que felicitarle por su verdad, la que expresa a través de sus maravillosos escritos y que hace que brote en mí una reflexión que termina en un puerto análogo al suyo. Hijo de esta comarca herida que se retrae, en la que ya no habito de cuerpo pero a la que mi ánima se haya eternamente unida, sólo desde el amor, el compromiso y el trabajo de cada uno de los que por esta excéntrica zona, alejada y olvidada por los que nos han de representar, habitan en cuerpo y alma podrá salir de la depresión; triunfante y orgullosa no sólo de su riqueza en costumbres y fiestas sino en el devenir diario de sus gentes.
Un saludo.
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