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lunes, 26 de marzo de 2012

AMOR AL "TERRUÑO"











 El destino de Tharsis depende, hoy más que nunca, de introducir a nuestra pequeña comunidad en la senda de una tradición moral, para nosotros desconocida, que, donde aún se mantiene, permite avanzar gracias a vincular el desarrollo y el progreso  con el aprecio tanto de los bienes patrimoniales y la memoria, como con el reconocimiento de las capacidades individuales de las personas con las que compartimos la existencia.

Quienes dicen amar a su tierra no pueden despreciar, ignorar, menospreciar, aislar o destruir sus bienes ni a quienes todavía son una garantía de valores éticos o intelectuales: deben cuidarlos, mantenerlos y reconocerlos. Sólo por ese camino podremos vernos libres de la condena de una sociedad decadente   primero, y al arrasamiento de cualquier posible futuro, después.

Ramón Llanes es un buen ejemplo- que no el único- de lo que digo. Es Tharsileño, y como tal viene ejerciendo desde que me conozco. Tanto por su obra en prosa y poesía, como por su continua apuesta por crear valores culturales en la sociedad tharsileña, merece mucho más que el reconocimiento personal de quien administra éste blog.

Con mi agradecimiento por sus palabras y por todo lo que ha intentado, con mi reconocimiento y  admiración por todo lo realizado; con mis felicitaciones para él y para toda su familia por la reciente boda de su hija María,  me voy a permitir reproducir algunas páginas de su Crónica Amable de la Memoria de Tharsis. La tituló AGUAVIEJA y, no tengo dudas, debería ser de obligada lectura para cualquiera que se proclame tharsileño.



AMOR AL “TERRUÑO”

Andamos profugando en las mejoras de una efímera existencia, perdidos por senderos lejanos o imbuidos en el atronador susurro de cualquier ciudad y entonces el alma se escapa, vuelve los orígenes, a amar las delicias de la niñez. Es posible que se estableciera allí de manera infinita y nada sea capaz de arrancarla. Es quizá, la fuerza del cobre o tal vez que seamos imanes eternamente atraídos por el gran imán del hierro de la pirita. Es, lo que sea, pero anida un golpe de atraimiento especial que impide cualquier lejanía, cualquier despego. Será el amor al “terruño”, la  querencia a lo propio, a lo más nuestro, a lo íntimo, a las emociones de antaño que siguen pululando las paredes del alma sin dejar hueco para alteraciones en menoscabo de su primigenio sentido de la fidelidad.

Será que no estamos hechos de material propenso a la distancia. Y por eso en el devenir de esa búscada existencia soñamos con la entrega completa, en cuerpo y alma, a la madre “tierra jonda”, a los filones oscuros, a los cabezos auríferos, a las jaras resinosas, a las cortas y a los cabezos.

Soñamos cada día con el epílogo de las edades para resolvernos miembros de aquella misteriosa vanidad, para cumplir el compromiso de todas las fidelidades a las que la ausencia nos obligó desairar. Para regalarnos la complacencia del convivir otra vez siendo parte del gosán, la máquina, el oro, o simplemente una regola vieja que lleva de un lugar a otro la parte fuga de su propia emoción.
Ramón Llanes


1 comentario:

Unknown dijo...

Señor Llanes, al que conozco de vista y oidas por su amistad con varios de los mejores de mis vecinos de Alosno, no tengo más que felicitarle por su verdad, la que expresa a través de sus maravillosos escritos y que hace que brote en mí una reflexión que termina en un puerto análogo al suyo. Hijo de esta comarca herida que se retrae, en la que ya no habito de cuerpo pero a la que mi ánima se haya eternamente unida, sólo desde el amor, el compromiso y el trabajo de cada uno de los que por esta excéntrica zona, alejada y olvidada por los que nos han de representar, habitan en cuerpo y alma podrá salir de la depresión; triunfante y orgullosa no sólo de su riqueza en costumbres y fiestas sino en el devenir diario de sus gentes.
Un saludo.

Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.