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viernes, 16 de marzo de 2012

SIN FRAUDE HABRÍA EMPLEO EN EL CAMPO








No va a ser fácil poner orden en el manicomio del me paso las normas por la faltriquera que aquí no pasa nada. Y, a falta de saber si son reversibles los daños cerebrales, en el bolsillo y en el futuro de los ciudadanos, durante mucho tiempo tendremos que seguir conviviendo con los disparates que han instalado a España en la ruina. Uno que inquieta es que en una situación de desempleo tan dramática, los trabajadores con DNI español estemos discriminados en España. Quienes duden de la afirmación que no busquen estadísticas ni declaraciones, que se arremanguen y pidan trabajo en el campo de Huelva. Si no quieren llenarse de barro, que escuchen el testimonio de los que sí lo hacemos y terminamos regresando a casa derrotados. No  es que para los españoles tenga puertas el campo,  es que con ellas nos dan en las narices.
Tranquilos, quién se vacunó contra la xenofobia vagando por Europa en tiempos de la insumisión no reclamará que detengan ni expulsen a ninguna persona por no tener papeles. Ni que se prive del derecho a trabajar a quienes lo tienen reconocido. Se trata de que, ante la necesidad de sobrevivir que tenemos tantos españoles, la administración vele porque podamos competir por el empleo en igualdad de condiciones. Al menos.  Es una infamia la cantinela de que  los españoles ni queremos, ni servimos para trabajar en el campo y que por eso tuvieron que recurrir a los foráneos.
Aquí se echó mano de la inmigración, porque el avance de las técnicas de producción y el incremento del número de hectáreas dedicadas a la plantación lo hizo necesario. La revolución que se produjo entonces transformó en positivo la realidad provincial y, si muchos españoles abandonaron los campos, se debió a que el crecimiento de la economía trajo una evolución en el mercado de trabajo que permitía rechazar las condiciones medievales que todavía hoy persisten en el campo y que se resumen en los 20 euros que muchos empresarios tienen como sueldo de referencia para la jornada de sol a sol que realizan muchos de los inmigrantes que trabajan en Andalucía.
Si no se hubiese buscado el crecimiento del sector mediante la fórmula del fraude y la mano de obra barata propia de los mercados laborales tercermundistas; si se hubiese puesto como modelo la manera de gestionar la actividad agraria de los competitivos países de la UE; si se hubiese buscado fijar y atraer mano de obra nacional, otro gallo nos hubiese cantado. Sin embargo, utilizaron una buena idea- la de regular los necesarios flujos migratorios- como  cortina de humo para ocultar y extender el creciente drama de la explotación. Permitiendo la extensión del trabajo negro de inmigrantes en el campo y  tolerando que los españoles sumasen los ingresos en negro de otras actividades con el subsidio consiguieron expulsar del campo a los españoles, dejando éste para la mano de obra barata de los recién llegados. Abandonados a su suerte, fue fácil exprimirlos impunemente para aumentar la producción y los márgenes. Y por eso no quieren a españoles.
Después de la integración del REASS en el Régimen General, para compensar la movilidad de los trabajadores de campaña y favorecer la generación de empleo en un sector tan ingrato hay que seguir el ejemplo de otros países,  permitir compatibilizar los ridículos salarios del campo con la percepción de alguna prestación mientras se trabaja.  Si además se persigue eficazmente el trabajo negro, se cumplen ciertos protocolos sobre contratación de extranjeros que todavía hoy no se respetan, si se sancionan los incumplimientos al convenio que hacen más interesante servirse de inmigrantes para su explotación que contratar a trabajadores con derechos se reducirá el desempleo.
También, quizás, se pueda abortar  la aparición de  movimientos hostiles hacia esas víctimas de la codicia de tantos empresarios, y de la  fingida ceguera y falta de control de una Administración  visiblemente incompetente.

Publicado en el diario El Mundo.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.