HIJO

Hijo, es pronto para hundirte en las sombras del mundo. Aún no has librado batallas suficientes contra las sensaciones y el esfuerzo para comprender que tu divinidad es sólo una ilusión, que tu destino es ser mañana gente, sólo gente que residirá en la estrechez de unos muros sombríos sin apenas sueños.
Todavía no sabes que la belleza es siempre pasajera, que tus certezas de hoy serán tus dudas del mañana, que cada noche tendrás tiempo para desear olvidar que la paga es escasa y el tiempo insuficiente.
Ahora tienes la fuerza de los sueños, la conciencia de haber vivido demasiado. Das gracias por tu cuerpo perfecto y sonríes cuando te cruzas con un adulto en el camino porque piensas que no hizo nada para cambiar el mundo, que a ti te ha tocado luchar por todos porque no te gusta lo que ves.
Te gustaría ir lejos, pero eres indulgente contigo y te quedas. Poco a poco aceptarás que no puedes volar y te transformarás en un objeto útil que tampoco hará nada por dejarle a sus hijos un mundo mejor.
Pero debes de saber que no siempre es así, que no siempre el tiempo se traga a las personas, con sus pasiones y sus sueños.
A veces, es el aliado necesario que nos impulsa y nos acerca a alcanzar lo inalcanzable. Es el vehículo que nos lleva al mañana que construimos hoy, y que alimenta al HOMBRE que serás si tu quieres.