Poco importa la sensibilidad política de los convocados. Quienes no tengan ahorros millonarios deberían de evidenciar su rechazo a las medidas que, en nombre de los mercados financieros, propone el Gobierno de España.
Parece ser indiferente haber asistido al colapso del país abanderado de la eficacia de la desregulación estatal, de las privatizaciones masivas, de la disciplina fiscal, de la flexibilización del mercado de trabajo. Las propuestas de los mercados y de sus gurús de referencia- que no son los únicos economistas que existen-, así como de las instituciones internacionales que les hacen de satélite, vuelven a repetirse.
Desde aquí abajo no parece que sus recetas hayan servido para lograr la estabilidad ni el crecimiento sostenido, sino para demostrar que es una alternativa fracasada que ha urdido un gigantesco montaje basado en la estafa y el engaño masivo para favorecer a quienes más tienen y para atentar contra las personas y lo público, contra la libertad individual y el bienestar de los humildes y contra los derechos y la protección social de los trabajadores.
¿Las petroleras quieren más? Guerras. ¿Las armamentísticas también? Más guerras. ¿Las farmacéuticas quieren ingresos millonarios? Pandemias. ¿Las corporaciones financieras quieren más poder? Pues se corta el grifo y a dejar trabajar a sus lacayos y voceros para que nos convenzan de lo bueno que es llevar cadenas al cuello.
Ayer quisieron ampliar la jornada a más de 60 horas. Hoy dicen que es necesario reducir la protección social, que hay que abaratar el despido y retrasar la edad de jubilación. También que será necesario recortar las pensiones y los salarios, que corramos a las puertas de los bancos en busca de pensiones privadas o de un complemento para las públicas.
Quién sabe, quizás mañana quieran instaurar el derecho a pernada para los mercados en un mundo en el que, paradójicamente, el intervencionismo estatal sirve para evitar la catástrofe del pensamiento neoliberal.
Agustín Gómez Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario