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jueves, 5 de abril de 2012

AGUAVIEJA

        Las grajas se ivan,
   sólo los locos y los poetas
         miraban el cielo

                           EL MALACATE


Cuando a los hombres se les notaba el sudor oscuro de la contramina ya habían subido por la jaula del Malacate. La sangre se quedaba dentro muchas veces y los gritos se taponaban otras tantas. Su chirrido acompasado anunciaba a compás de martillo, sus ruedas sabían de las alturas y conocían las profundidades. El agua traviesa les ofrecía con asiduidad días de agotamiento por su anegación. Pero los hombres iban y venían, rumiaban la luz y las sombras en el mismo camino, habían hecho vida en la profundidad y la amaban. El misterio estaba arriba, abajo la misión del espíritu y de las manos.

Dicen que la melodía del Malacate era preludio de abundancia y también de miedo. Los hombre subían con la seriedad en toda la piel y reían al último golpe pero se asustaban de la luz. El Malacate tenía los ojos de hierro, una faz seria de gigante, brazos de garantía y alma moldeada a cada una de las pasiones de los hombres más tenidos. Era para ellos. Era el angel más cercano que tenían para los agobios. Era el salvador de incertidumbres.

De aquel ritual de entrañas abiertas se saciaban los vagones de la torba día a día. Así todo un siglo y más. Siempre con la misma ilusión, como si fuera la primera vez y fuera la última. Danza de pirita y martillo, con aire y fe siempre.

Otro día se acomplejaron los eslabones de la cadena, se fundieron los tornillos, se pudrío el hierro de la puerta y el martillo se había perdido. Vinieron a por él, le desquebrajaron los huesos, le hirieron hasta despedazarle y poco a poco fue cayendo tembloroso en la corta solicitando un aliento que se le negó.

Aquel día fue de luto en toda la mina y a partir de entonces jamás volvió a sonar la sirena llamando al trabajo.

Con el Malacate se nos fue quizás la penúltima esperanza de este tiempo.


Ramón Llanes.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.