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sábado, 14 de abril de 2012

NOCHE DE INSOMNIO








Hoy  hace 354 días que vivo en las tinieblas del paro, caminando con las manos en los bolsillos y  la cabeza gacha para no mirar el horizonte. Marchito. Desterrado de todo lo que fue lo cotidiano. Sobrado de suspiros y cabreos.  Perdido. Soportando que cada día sea una nueva punzada de rabia que malgasto en nostalgias, un clavo del que vivo colgado  y que se deshace como una galleta barata en un café caliente. Todo me desvela. Pensar en no poder pagar la hipoteca, en los plazos del coche, en la mísera pensión que me quedará cuando llegue el momento si es que para entonces queda algo en la caja, escuchar los latidos asustados de los corazones de mis hijos, los silencios resignados de mi mujer, el rechinar de mis dientes,...en fin.  Antes me sabía maltratado y violado por la rosa y ahora me siento sepultado por toneladas de excrementos de gaviotas, y  no puedo dormir. Cuánta ceguera hemos amontonado para llegar aquí. A cuánto miedos nos hemos atado en nombre de la supervivencia. Cuánto silencio cómplice sembró el paisaje desolado que hoy nos acorrala.  Me acuerdo de quienes  manteniendo un rumbo equivocado nos han estrellado contra una pesadilla, y me pregunto que si no ven que los visionarios de la nueva ruta son guías ciegos que nos conducen a  una encrucijada por donde vagaremos miserablemente  buscando una esperanza que no existe en el cadalso. En el latido de esas horas nocturnas tengo tiempo para contemplar con pena mi naufragio, el naufragio de tantos que  como yo esperábamos ver realizadas tantas promesas que nunca llegaban, y que ahora somos consumidos como un leño seco en la hoguera de un tiempo hecho de infinitas combinaciones de mentiras  y desengaños. Para nosotros, para los que ya tenemos la edad de las migajas y somos guardianes de la madrugada,  la puerta al futuro parece infranqueable.  El apeadero en donde el tren de la vida se ha detenido para que podamos ser fulminados por el rayo de la sombría desesperanza. La esperanza, la poca que quedaba, se ha perdido en alguna de las siniestras  simas de Wall Street,  y allí parece extinguirse asesinada. Parece que nuestro mañana tiene vocación de abismo, de lágrimas de sangre y sueños sometidos. Creo que se ha abierto un tiempo que no es bueno para  nadie, el aire huele mal. Los padres y los hijos nos disputamos los restos. Somos una tribu de sombras condenada a errar eternamente por un páramo yermo, agarrada a un currículo que nadie leerá.  Y lo peor es que nadie parece entender los planos del laberinto en que nos encontramos. Y eso no me deja dormir.



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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.