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lunes, 30 de abril de 2012

THARSIS, 1932-2012




Ahora que se va a acometer el desmantelamiento de los últimos vestigios patrimoniales que todavía nos vinculaban con el pasado industrial y minero de Tharsis, me viene a la memoria que en alguna carpeta guardo una copia del acta de la Comisión de Cultura del Parlamento Andaluz en que se preguntó a la Consejera sobre la Declaración de Bien de Interés Cultural del ferrocarril y del patrimonio ferroviario de Tharsis.
Hay que recordar que, de haberse llevado a cabo esta declaración,  que se viene prometiendo y demorando una y otra vez desde hace muchos años, difícilmente se hubiese podido realizar el saqueo y el expolio que con total impunidad,  y con el miserable silencio del pueblo como cómplice, han realizado quienes  tenían la obligación moral y posiblemente legal de protegerlo. Algún día tendremos que responder, todos, por ésta tropelía incalificable. Unos por haberlo permitido cobardemente. Y otros, por haberla llevado a cabo. En ningún sitio civilizado se acaba, sin más, con la memoria del pasado y con la esperanza de las futuras generaciones, y queda la cosa tal cual. Es,sencillamente, inconcebible en un lugar habitado por seres normales.
Consumado el desmantelamiento que se ha llevado a cabo, y el que se proyecta, será poco menos que imposible poner en valor el legado que recibimos para su conservación y aprovechamiento, para ser utilizado con imaginación e inteligencia como motor de desarrollo con el que enfrentarnos al futuro. Una tragedia para éste pueblo y para las personas. Aunque, bueno, a fin de cuentas, ¿Qué personas?
 Mientras doy con el acta, dejo como entrada un artículo que gentilmente me publicaron en enero de 2009 en los diarios H. Información y en El Mundo, y con un interesante video que conviene visionar con un pañuelo en la mano. Podremos secar nuestras lágrimas tanto por lo que perdemos, como por lo que somos; por el tipo de gente en que nos hemos convertido.


THARSIS 1932

Antes de que los hombres dejasen de ser Hombres, de que el becerro se travistiese de vaca y tantos quisieran mamar de su teta de oro. Antes de la gran poda de hombres y de ideas, hubo tiempos en que los Hombres buscaban, a veces desesperadamente, soluciones revolucionarias. Unos en lo político, otros en lo económico y, los menos, en lo personal. Entonces Europa se debatía entre el marxismo materialista y el utilitarismo liberal capitalista. Y mientras que algunos como Kropotkin o Bakunin ya habían advertido de que la solución no era ninguno de estos deshumanizantes sistemas, Keynes ya hacía sus apuestas por una nueva ideología, más deshumanizante aún, basada en el consumo. Los nacionalistas por su parte, cada vez más favorecidos por los tiempos convulsos, hacían las suyas. En el 27 Hesse, en El Lobo estepario, presentía la guerra. En el 29 estalla la Gran Crisis y ya no son presentimientos: se sabe que el declive de Europa ha llegado. En 1932 es publicado un artículo titulado “Tharsis, un prodigio de organización en la minería moderna”, en donde se nos muestra como era entonces el poblado:  una sociedad jerarquizada y diseñada a escuadra y cartabón donde la minoría que tenía el conocimiento, el dinero y los planes gobernaba, apoyada en un grupo un poco mayor que vigilaba que los objetivos se cumplieran, a una gran mayoría que, como siempre ha ocurrido, nunca sabía lo que pasaba realmente, pero que trabajaba, cobraba, y estaba satisfecha. Las decisiones se tomaban pensando en que el bien de la empresa era el bien supremo que garantizaba los beneficios y por tanto los servicios a los ciudadanos. Aún así, a pesar de la crisis que afectó a la minería de la pirita, no se despidió a nadie ni se redujeron los sueldos, llegando a mantenerse hasta a doscientos obreros realizando trabajos innecesarios con la finalidad de que siguiesen trabajando.
Para entonces, aunque existía movimiento político y sindical, los conflictos violentos de los primeros años de la mina habían sido erradicados. Y desde hacía años existía una caja de ahorros, una cooperativa de consumo, un hospital perfectamente equipado y gratuito, una escuela donde la empresa regalaba a niños y niñas tanto libros como el material escolar, un campo de deportes, una iglesia, una banda de música a la que le costeaban los uniformes, los instrumentos y las partituras; un casino equipado con biblioteca, billares, pianola y radio; un teatro cine donde se sucedían los espectáculos, siendo éstos, como las Veladas, subvencionados por la empresa minera.
Las viviendas eran humildes, pero prácticamente gratis: Las de los empleados algo más espaciosas que las de los obreros, las de los jefes de servicio con más desahogos y comodidades, pero todas con luz y agua.

Para el servicio farmacéutico habían creado una asociación de socorro que, por una pequeña cuota, permitía disponer de medicamentos e indemnización diaria en caso de enfermedad. Para apoyar a las economías familiares regalaban, prácticamente, terrenos para huertos. Los billetes del ferrocarril eran cobrados a la cuarta parte del precio, y la leña era gratis.

 Las familias necesitadas eran auxiliadas por un Servicio de Socorros que fue organizado por la Dirección mientras que los jubilados recibían, además de las cuotas reglamentarias por retiro obrero, un complemento por parte de la empresa.

Así era el pueblo antes de las recurrentes soluciones belicistas; de Keynes y sus teorías; de Goebbels y de sus técnicas; antes del Club Bilderberg y su hermetismo; de Marlow y su pirámide; antes de que España fuese dos Españas y de que terminásemos convertidos en algo parecido a un circo administrado por bribones y animado por una troupe de charlatanes, ilusionistas, payasos y zaragatas que entretienen a un público indolente.
Antes de todo eso existía en Tharsis una sociedad pensada por humanistas que, sin estar gobernada de hecho por políticos ni militares, vivía satisfecha y en paz. Algunos, probablemente, verán ahí un ejemplo perfecto de una Dictadura Perfecta del modelo de Huxley  , y otros la llamarán, simplemente, Utopía. Y que a mí, sobre todo, me invita a reflexionar sobre el sentido de la marcha que llevamos.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.