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lunes, 9 de abril de 2012

AGUAVIEJA

             Entre la niebla,
  una mariposa y un rayo de sol,
          acaso es primavera.

Siguiendo con mi particular homenaje a la figura y a la labor de nuestro Poeta Ramón LLanes, os invito a la lectura de otro bello pasaje de AGUAVIEJA. Como predijo el Poeta, Nuestra única diosa amparadora, la única Dulcinea  que aliviaba la escasez,  ofrece síntomas de despertar de su  letargo. Según parece, los dioses de Tartessos, o los reyes de Tharsis, siguen escuchando nuestras plegarias. Si no resucitan nuestras almas, ya que parece un milagro excesivo hasta para ellos, al menos que resuciten  la tierra y nuestras manos.  Es lo que todos deseamos.


                                              
                                                                   LA MINA


Nosotros teníamos metido el color de la mina, éramos vagonetas, barrenos o escoría, según tocara, pero llevábamos la mina en la sangre, en la frente y en el alma con el mejor orgullo. Nos habíamos acostumbrado al eco de la mina, al ruido profundo y a los misteriosos silencios que anunciaban malos presagios. Que no la manchen, que nadie maltrate su nombre y su honestidad.

La mina era nuestra diosa amparadora, la única Dulcinea que aliviaba la escasez y las incertidumbres y a ella se nos apegaba la vida nuestra, toda, como ofrenda a su protección. Por mantenerviva la esperanza de la gran familia la amábamos con la misma locura que se ama a la novia hermosa en las primeras caricias. Estaba allí, a nuestro lado, adepta a las "jonduras" y proclive a tragarse un millón de estrellas para nosotros, para nuestro sustento necesario. Allí permanecía como vigilante; permitía la desnudez de las grandezas, para nosotros; y por más que nos diera más le quedaba. Inacabable, nos decían. Permitía progresos, aguantaba la crisis, aligeraba los ojos, se acostumbraba a los desafíos más rigurosos.

No sé que fábulas de pretéritos vinieron a contarnos para comunicar el declive cíclico de su esperanza. No sé a que vivieron, nunca le creímos porque nosotros esperábamos que volviera a tragarse otra vez las piedras y las estrellas y estaremos aquí aún cuando se les acaben los recursos a los desafiadores de la mina para laborearla con nobleza ya aprendida, para volver a desenredarle una trenza de vagonetas camin de la mar y para que sepan que la mina es la única luz de nuestras eternidades.

Nos oyeron los dioses de Tartessos acudiendo filón por filón a sondear nuestras vetas. Nos oyeron los reyes de Tharsis, vieron una estrella fugaz anunciadora de otro futuro. Nos oyó el destino. Y vinieron, todos vinieron a enjaretar las indolencias, a devolverles luces de misterio y a callar gritos de cobardes.

Ahora resulge con la intensidad de muchos siglos, con el afino y la voluntad dispuestos a tragarse pesimismos y fechorías. Los credos han podido más, mucho más los esfuerzos. Otra vez aquí, lozana y besucona, nos embulle en tareas infinitas, pronosticando que le sobran manos para dar y le sobran minerales de buena ley para continuar complaciendo nuestra vida.

Ramón Llanes.

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Datos personales

Nací en el verano de 1962 en Tharsis.Aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en esa mina también he vivido en otros lugares de España y Europa. En mi biografía nada reseñable. Nada de lo que sentirme especialmente orgulloso. Soy, eso que se dice, un tipo corriente. Aunque eso sí, debo confesaros que he vivído.